El diario de Asterión. Un minotauro en su laberinto. Día 3
El diario de Asterión.
Un minotauro en su laberinto.
Día 3.
Por: Martín Licona.
Hermes me trajo arroz y un
poco de granos, llegó muy de mañana, casi junto con el sol. Es el único humano
que hay aquí, los demás son simios con traje militar. Hermes me contó que afuera
la ciudad se cae a pedazos, que hay desabasto de granos, que la carne se vende
como si fuera oro y el agua escasea cada día más. No hay un panorama alentador,
y me pregunto: ¿Dónde pasarás tú esta hambruna? Hermes llegó cantando una
melancólica tonada, él también se ve más delgado y cansado. Allá afuera, en ese
mundo que dejé para ti, la muerte corre por cualquier callejón, las nubes
negras tapan el sol desde hace varios meses, los lamentos son insoportables, según
lo que me cuenta Hermes. Aquí adentro no es muy diferente, cada día se lleva
algo de mi humanidad, empiezo a creer que soy ahora un monstruo, un toro que
creció de tanto que me trataron como animal, mis únicos amigos son Hermes y el
canario amarillo que viene en las mañanas. En esta celda hay hambre y lamentos,
cada día me pongo la muerte como almohada. Querido Eros, cuánta falta me hace
tu manita, cuánto extraño tu sonrisa. Resulta que el mundo es peor de como lo
dejé, que ahora el infierno que vivo aquí adentro, es el infierno de todos allá
afuera. ¿Cómo voy a cuidarte, entonces? ¿Qué hacer con la impotencia de mi
sangre que clama justicia? ¿A dónde irán mis plegarias, si nunca he creído en
dioses?, hay tanto que no puedo explicar, tantas preguntas que no encuentran su
respuesta.
La noche que bajamos la
montaña tu mamá iba con nosotros, creo que aun no podía imaginar la magnitud de
nuestro empeño. Me apretaba la mano [cómo tú cuando corrías] mientras me
abrazaba por la espalda. Éramos miles, un río de antorchas encendidas, peces
mudos de cara negra, de ropa gastada, de armas viejas pero con la determinación
en la mirada. Sabíamos que una vez tirada la suerte, ya no podríamos detener
este canto. Todos teníamos miedo, sabíamos que la furia se desataría en contra
de nosotros. Me temblaban las piernas de una sensación que se quedaba a medio
camino entre el miedo y la ansiedad. Cuando bajamos con las armas desenfundadas
encontramos poca resistencia, los dioses nunca imaginaron el poder de un pueblo
sin rostro. Tomamos cuatro poblaciones, yo me quedé junto a Áyax mientras que
Aquiles siguió al sur hasta el poblado donde abundan las flores. Áyax era un
tipo imponente, media más de dos metros; fuerte, osco, con una barba negra y
profunda. Nos quedamos en donde las nubes bajan de los tejados. Tomamos el
palacio y al tirano rey de prisionero. Pronto llegaría la noticia de nosotros a
la capital y cuando eso pasara, iba a empezar de verdad la guerra.
Hermes acaba de tocar la puerta
de Cancerbero, me dijo en voz baja y preocupada que ha estallado una revuelta
cerca de este calabozo. No tengo idea en que parte de la ciudad esté pero desde
aquí se oye la sangre fluir y el trueno de la muerte, empiezo a creer que estoy
en un lugar poblado, siempre me pensé alejado de algún centro cívico. Quizá esto
haga más fácil que mi diario llegué hasta tus manos.
Tu madre no entendía muchas
cosas. Tienes los mismos ojos que ella; grandes y expresivos. Los de ella, al
igual que los tuyos, también se habrían más cuando se sorprendía, también
comparten esas pestañas largas y enchinadas. Verte a ti descubrir algo nuevo,
era remontarme a los años en los que empezó la lucha, y ver los ojos de tu
madre con esa misma mirada de incredulidad. Ella siempre quiso demostrar
fortaleza, no aceptaba ayuda de nadie y mucho menos consejo. Creía tener cada
situación dominada y por orgullo se tragaba tanto. Solo la vi llorar tres
veces; cuando naciste fue la primera vez. La segunda cuando le dije que no
dejaría la lucha y me separé de ustedes; ese fue un llanto contenido, lleno de
furia, apenas se le resbalaron dos perlas pero su cara no hizo ni una mueca,
solo me miró, acarició mi mejilla y salió de la habitación. La tercera vez fue
esa noche, antes de que me apresaran, ella no se dio cuenta pero yo sentí que
lloraba mientras me abrazaba desnuda sobre nuestra cama. Ahí supe que algo no
iba bien, imaginé el final pero no pude hacer nada más que seguir caminando
hacía él, supe que ella me iba a…
Hermes, otra vez, tocó con
gran furia y me dijo que no hiciera ningún ruido. Pegué mi oreja al Cancerbero
que me vigila, se oyen caminatas apresuradas, murmullo, miedo, bullicio. Conozco
muy bien ese sonido, ese que se escucha cuando las cosas no andan bien…
A los seis días de iniciada
la guerra, los dioses nos ofrecieron el perdón si nos rendíamos, no aceptamos. Ellos
no tenían nada que perdonarnos, no podían venir a sembrar en nosotros la
humillación, no podían absolvernos de nada porque nada habíamos hecho, más que
seguir nuestros ideales. Fue violenta la manera en que quisieron contenernos, a
tu madre le tocó vendar a los heridos, se manchó sus bellas manos con la sangre
de…
El ruido es insoportable,
algo estalló tras estos muros verdes que me esconden. Hoy no vino el canario amarillo
a saludarme, seguramente él sabía que algo iba a pasar, casi nunca se ausenta. Parece
que han entrado a esta prisión, se escucha el detonar de la ira, gritos de
socorro, el cielo está temblando como aquella noche que iluminamos la utopía
¿Será una esperanza? ¿Podré salir, al fin, de este encierro?, ¿Habremos ganado
la guerra?, ¿Podré ver de nuevo tu carita, me regalarán de nuevo la vida?...
Alguien abre a Cancerbero, alguien quiere entr…
buena historia ,, se puede adaptar a las circunstancias de hoy y queda a la perfección
ResponderEliminar.
Gracias por comentar!! Es un poco la idea, crear un paralelismo con la época actual, aunque esta serie no tiene una época y un lugar definido se puede adaptar a muchas etapas de la humanidad, a muchos países y muchas realidades. Saludos.
EliminarMe encantaaaas!! *w* siempre me dejas con el alma en un hilo caraaay!!! *W* tq
ResponderEliminarSiempre he querido saber que significa: *w*?? o.O !! jajajaa tqm!! :*
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