Instrucciones para reparar un corazón.
Instrucciones para reparar
un corazón.
Por: Martín Licona.
El corazón cuando se rompe
te inunda por dentro, por una pequeña fisura cabe una cascada de agua amarga.
Lo primero que tiene que hacer es abrir las llaves de los ojos y drenar el
sentimiento que nos ha inundado el alma. Deje que salga tan calmo como el gotear
de una boca mal cerrada o con la fuerza de una tormenta a mitad de junio. Sea
paciente, tenga en cuenta que un pañuelo le rosará la nariz, que los ojos se le
hincharán de tanto usarlos y que la tristeza densa afea hasta a la más
prodigiosa belleza.
Una vez exiliada el agua de
su cuerpo, cuando vuelva la aridez a la llanura de sus mejillas, será necesario
que comencé a reparar su corazón. Un corazón cuando se rompe tarda poco en echarse
a perder, la grieta se infecta de negra indiferencia y se llena de una pus de
odio que le recrimina sin que se dé uno cuenta. Entonces el corazón parece más
un enjambre de moscas, adicto a los amores baratos, destructivos, mal
olientes.
Hay que atender a un corazón
que sangra y reparar su maquinaria; tan compleja como la de un reloj. Vaya usted a acariciar su pecho como aquella nube bombacha que mitiga el ardor de un día
soleado. Prepare una taza de chocolate caliente, tome con sus dos manos a esa
cueva ardiente repleta de cacao y leche, sienta el olor que lanza sogas de humo
a su nariz para escalar por sus laberintos. Vaya usted de vacaciones a un
abrazo, permanezca ahí un par de días, un fin de semana. Recomiendo el abrazo
materno, de todos, el más sincero. Camine mucho y piense poco, detenga aquel
triturador de avenidas que es su cerebro en esos momentos. Vaya detrás de su hipotálamo
y apague las luces, cierre las ventanas, cortinas y ponga llave. No hay nadie.
Ya habrá tiempo de recordar sin espadas ni escudos.
No deje pasar nunca una
lluvia. Mójese, si puede, sin zapatos. Sienta ese velo que lo limpia todo,
permanezca ahí hasta que escampe, hasta que solo quede esa soledad tan
brillante y tan lúcida, tan llena de nostalgia. Sobreviva a ello y entonces sentirá pequeñas puntadas en su descompuesto corazón. Embarque las lunas
que sean necesarias hasta el silencio más hondo que le quede. Deje que la risa
se le vaya haciendo costumbre, ría del viento que le sopla, de las estrellas
fugaces que no llegan, del mar y del cielo. Disfrute el paso lento del tiempo,
vaya acumulando sueños, respire y en cada bocanada llévese un cacho de vida, de
esa que se encuentra en todos lados, la de las flores del campo que reverdecen,
la del profundo azul al medio día, la de las copas de los árboles que se mecen
con el viento, la del frío que rocía la madrugada. El corazón solo se puede
reparar viviendo.
Advertencia.
Nunca intente reparar el
corazón en el confort que da escuchar las palabras necesarias de otra boca
urgida por mentir. Aléjese de las personas que saben escribir, estas personas
reparan y pintan piedras para venderlas como repuestos de corazón. Las personas
que saben escribir pueden presentarse como una salida rápida, pero cuidado,
siempre, indudablemente, estos individuos terminan poniendo en su pecho un
botón de “autodestruir”. Enamoran, lamen las heridas, besan cicatrices,
reparan, cosen, cuidan y crean dependencia, pero lo hacen solo para llenar su
tintero, después, en cualquier momento, se van y no vuelves a saber de ellos. Hasta que
un mal día, leyendo por casualidad, te encuentras con un poema que tiene el código
exacto para activar el botón de autodestruir y entonces te estallará en el pecho la
bomba que sin saberlo te dejaron ahí. Terroristas natos, nada bueno puede venir
de los hijos de Caín, de los que saben del poder de una palabra bien dicha en
el momento justo. Si usted tiene roto el corazón no se acerque a los poetas,
sería una presa fácil, ellos cambia piezas como un mecánico deshonesto, usan atajos como un deportista tramposo, hace invisible sus letras chiquitas
escondidas en cada verso. Un poeta no repara corazones; los roba.
Me a parecido TAN CIERTO.
ResponderEliminarMuy conmovedor. ME gustó leer estas líneas y me alegra saber que con poca palabras se puede decir mucho. Aprecio la calidad de este texto. Gracias
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