Ave María
Ave María
Por Martín Licona
Del otro lado del pueblo replican
las campanas. A María le escurre una lágrima entre sus muslos de algodón. Tras
de sus ojos se reproduce la imagen de una mujer roída en ropas que se arrastra
por el suelo, su cuerpo escupe las piedras que le arrojan y en su mirar perdido
se ha calcado la imagen de una mujer embarazada que acaricia su vientre
abultado frente al desierto, con el cansancio de huir ensangrentándole los pies
y lágrimas brotantes de sus ojos que recuerdan la imagen de una mujer arrodillada
con las manos arañándose el rostro, queriéndose tragar el dolor que mata a su
hijo mientras le mira su cuello derrotado, su abrazo extendido e inmóvil por los
clavos, participe de una coronación ponzoñosa, con un rostro de agónica paz,
misma que es pintura en las pupilas de un sacerdote que piensa en María, quién tras
un sobresalto despierta desnuda en un cuarto con llave mientras él en la
iglesia promulga: Dios te salve María, llena eres de gracia…
Comentarios
Publicar un comentario